Se trata de un edificio que presenta las características estilísticas comunes a todas las iglesias murcianas de finales del siglo XVIII.
Las obras de la actual parroquia se iniciaron en 1765. Sin embargo, la falta de recursos económicos paralizó el proyecto a los dos años de comenzado. A finales de la centuria se volvieron a acometer los trabajos de construcción, siendo concluidos por Pedro Gilabert en 1799. Pero pese a que el exterior del templo estaba casi terminado, aún faltaban algunos detalles y todo el interior, de modo que no pudo celebrarse la inauguración hasta los años 20 del siglo XIX.