Las tamboradas de Hellín y Tobarra constituyen una manifestación antropológica de primer orden. Escuchar a más de 30.000 tambores atronando a ritmos ancestrales es un espectáculo, que sólo se puede calificar como grandioso. El mestizaje entre lo religioso y lo pagano es una de sus señas de identidad más características. El sentido mágico e iniciatico abierto a todos hace que este acontecimiento cada año atrae a más visitantes y que ha sido declarado como de Interés Internacional (en Hellin) y nacional (en Tobarra).
Las tamboradas, también las de Hellín y Tobarra, han entrado en la selecta lista que la convierte en Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO. En la provincia de Albacete son el sonido de la Semana Santa en ambos municipios que año tras años consiguen más adeptos y más visitantes para vivir rugir de los tambores que se prolonga durante horas.
En Mula, la noche de Martes Santo, miles de personas se congregan en torno a las 12 de la noche en la Plaza del Ayuntamiento. A esa hora dará comienzo la esperada Noche del Tambor, durante la cual, y hasta bien entrado el día siguiente, los muleños hacen sonar sus tambores marcando el ritmo propio de Mula por las calles del municipio. Además, en Mula también suenan los tambores Viernes Santo y Domingo de Resurrección.
En Moratalla, la procedencia del toque del tambor es casi desconocida. Según cuentan los estudiosos del tema, la visión más fiel a la realidad es aquella que se asocia la llegada del tambor con la de los Franciscanos en el siglo XVI que fueron extendiendo allá donde iban la costumbre centenaria.
Los tambores de Moratalla se caracterizan no sólo por su peculiar toque, sino también por el colorido de las túnicas que lucen sus tamboristas. En Moratalla, los tambores suenan Jueves Santo, Viernes Santo y Domingo de Resurrección.
Moratalla (Murcia)